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Rebelión. La obra del 20 de julio.



Cómo para enmarcar...


Así fue la dicha tan grande que dejó el 20 de julio de 2018, día de la independencia colombiana. La temple despedida de una figura con potestades constitucionales vagamente atendida por los exhaltisimos congresistas. Tal escena lleno de repudio y vergüenza ajena a un intelectual pedagogo desentendido de los contextos pero con un real propósito, enzeñarle a los parlamentarios la responsabilidad de sus investiduras con el mismo simbolismo desmesurado de sus actuaciones; acto icónico de mostrar una buena cara a la mala cara. Acto bochornoso y desmesurado, pero sin duda icónico.

La escena no pudo ser más polémica, medios de todas las tendencias aludiendo comentarios tanto negativos como políticos respecto al evento, como en épocas clásicas europeas, este "escándalo" político e institucional ha tocado el narcisismo nacional de muchos sectores.

Y como arte moderno, se vislumbra está maravillosa escena; un solemne presidente dando su último ardiente aliento revestido de discurso en agradecimientos; cuatro desentendidos de la situación; tres indiferentes esperando el acto final, y un público listo para reaccionar a el simbólico mensaje de un intelecto rebelde desatando su incomprensión.

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